miércoles, 16 de mayo de 2018

Los Vengadores: Infinity War


Los Vengadores han arrasado otra vez en taquilla, aunque teniendo en cuenta el porcentaje de salas que copan ellos solitos, ya no se sabe el mérito de la película misma en la hazaña. Al final, de todas todas acabas viéndola.

Éstas de Marvel empiezan a ser tradición de grupo, en mi caso el que formamos mi hermano, mi sobrino y yo, que por lo general salimos entre rebotados y de chunga, tipo “¡¡¡pero qué me estás contando!!!”.

Por desgracia, esta vez la vi sólo, y los sentimientos encontrados me acompañaron a casa sin compadreo inmediato.

Los Vengadores son simpáticos, es verdad, batallan demasiado (en minutos de metraje), pero tienen su punto gracioso. Los guardianes de la galaxia también. Spiderman otro tanto. Y luego hay que añadir algunos más solemnes (Black Panther, Doctor Extraño) o sin definir (el Soldado de Invierno). La lista es larga, demasiado. No todos pueden lucirse aunque arreen lo que sea menester. El malo y sus secuaces son pocos y cabrones. Pues bueno. Y también cubren el expediente, pues vale.

Pero todo es tan reiterativo, tan básico (incluso en los rotos del guión), tan irrelevante hasta cuando se pone trágico, que ya produce cierta fatiga. Mi sobrino tiene la edad idónea para disfrutarla y añadiría unas cuantas palabrotas a mi crítica, no digo más.

Así que la próxima en grupo, pero en pantalla de TV grande. Para hacer unas risas como las del whatsapp de regreso a casa. Mi hermano y mi sobrino ya la habían visto y nos imaginábamos a Thanos en la recogida de la aceituna, que los tres conocemos bien. “Ese chasquea los dedos y caen todas las aceitunas sin dar un palo” “Y la mitad directamente convertidas en aceite”…. Así hasta casa.

Como diría Kike: "Infinity mis huevos".


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