miércoles, 26 de diciembre de 2018

Bird box


Lo de Sandra Bullock tiene su mérito: Sigue a flote y en forma sin franquicia super-heroíca en la que meterse y con más de 50 primaveras en el lomo. Lo mismo ha hecho de pizpireta romántica, que de alcohólica jodida, que de pija adoptadora y futbolera, que de Harper Lee.

Este año se ha marcado dos triunfos: la ladrona lujosa de Ocean 8 (una película palomitera a más no poder, pero muy pegada a los tiempos como demuestra su éxito comercial) y Bird Box, la última distopía producida para Netflix.

En ésta, Sandra demuestra seguir en forma. Ya las pasaba negras en Gravity, aquella tramposa maravilla espacial, pero aquí lo pasa casi peor: es una madre a la fuerza en un mundo en el que no se puede salir al exterior con los ojos abiertos.


La premisa es mejor que su desarrollo, pero un reparto sólido hace que los flashbacks de “cómo empezó todo” funcionen razonablemente, quizá mejor por no inventar dibujos, y Sandra se ocupa de la aventura en el río, con dos niños a su cargo, la venda puesta y un par de ovarios a prueba de dificultades temibles.

El final se abre a la esperanza sin pasarse. Éste es, en definitiva, un producto para la Bullock (creo que hasta ha ejercido de productora para asegurarse de ello), pero la veterana chica mona conserva su aura sin llevarlo más allá de lo aconsejable. Otras de su generación aún no se han quitado la venda de los ojos.


martes, 25 de diciembre de 2018

Feliz Navidad


Por poco no llego. 
Estaba viendo la película navideña que hay que ver. 
72 años imbatible. 

domingo, 23 de diciembre de 2018

Barbaridades navideñas


En estas fechas tan señaladas… y no sigamos, que voy a parecer el rey emérito. La tele sigue mandando en Navidad, a pesar de que hierva el whatsapp con memes festivos o correosos, continúen los bochornetes gubernativos y la lotería y sus ya tradicionales coñas arrojen un 99% de resacas perdedoras.

Netflix lo sabe, y estrena películas muy del momento. Las que no son del momento que también estrena (Roma o Bird box) son notables, pero ¡ay! la Navidad televisiva, qué cosas nos regala por el tubo catódico (por volver al tono regio).

Crónicas de Navidad y Mowgli son las dos lindezas Netflix del momentazo “yingelbels”. No merecen comentarios separados, la de Santa Claus tiene como mérito que al viejo bonachón del trineo lo encarne Kurt Russell y su blanca y saludable melena. La de Mowgli, que dirige los mandos (y bien que se nota), el actor más prolífico de esta época de croma, captura de movimientos y ordenata: Andy Serkis, el que encarnó en su día a Gollum y al simio César, e hizo no sé qué papeles en las últimas de Starwars y Marvel. A este hombre le visten de investigador victoriano o padre de familia de barrio residencial y para mí que se bloquea.


Lo de las Crónicas da bastante igual, sólo funciona mínimamente si no tienes más de siete años. Reiterativa, tontorrona, topiquera,… en fin. Lo de Mowgli no pasa del prodigio técnico y un niño con buena pinta de hindú. Ambas películas son innecesarias, como innecesario es tener el televisor encendido demasiado tiempo. Tanto anuncio alertando del exceso de smartphones en reuniones familiares y de la tele ni pío.

Para encender el televisor y ver una película navideña que te bañe el alma, ya os diré mañana.

sábado, 22 de diciembre de 2018

Desenterrando Sad Hill


Este documental no redescubre un formato: redescubre un cementerio. Es así de raro y entrañable, un cementerio con 5.000 tumbas vacías en el que se batirían para la eternidad Clint Eastwood, Eli Wallach y Lee Van Cleef, durante el desenlace de El bueno, el feo y el malo, de Sergio Leone.

Rodada la original en 1966, cerrando la trilogía del hombre del poncho, contó con la banda sonora de Morricone y se rodó en Almería y Burgos. De ahí nace el documental, del paso por España de aquel revuelto de idiomas y talentos a los que se sumó la figuración autóctona, el ejército y el sursum korda. Y de rescatar el decorado del cementerio de Sad Hill, en el campo burgalés, de manos de un puñado de admiradores de la película.

Estos ejercicios de nostalgia bien documentada no necesitan flores, sólo buenos intervinientes, pudor y emoción. Desenterrando Sad Hill tiene de todo ello: Salen los artífices de la iniciativa cinéfila, excavando como arqueólogos el terreno, clavando cruces como sepultureros y hablando a cámara con un friquismo digno de respeto, aunque suene a contradicción.

Pero además, hablan para los espectadores del documental el maestro de compositores Ennio Morricone, el viejo director artístico Carlo Leva, el italianísimo Eugenio Alabiso (montador del film), sale el fan James Hetfield (vocalista de Metallica), sale Alex de la Iglesia, sale el escritor cinematográfico Christopher Frayling (una eminencia en los westerns de Leone),… sale el Clint Eastwood actual hablando de su película de ayer y apoyando la iniciativa de hoy.

El documental le da a cada paso del proceso (idea, rescate, celebración), el tiempo justo. Ya digo, no inventa nada, pero es que ni falta que le hace. Cuando acaba, tienes ganas de poner El bueno, el feo y el malo en DVD.

Sí, el DVD, otra cosa que va camino de ser reliquia. Aunque siempre queda la memoria, ya sabes: “El mundo se divide en dos categorías: los que tienen el revólver cargado y los que cavan. Tú cavas”.


martes, 18 de diciembre de 2018

Sondra



Sondra Locke, que acaba de morir en medio del revuelo mediático de las nominaciones al Oscar (ni en eso ha tenido suerte), debía tenerlos bien puestos y le salió caro. 

Su debut en 1968 (El corazón es un cazador solitario), con nominación al Oscar como mejor actriz, prometía muchas mieles. Pero después de apuntarse a la película de culto La rebelión de las ratas y varias series muy de los 70 (Kun FúEl planeta de los simios), se cruzó con Eastwood y selló su destino artístico y vital.

Aquella relación le permitió una década de buenos trabajos, pero cuando se torció la cosa, Hollywood demostró a quién prefería sin pestañear y Sondra penó entre juzgados, películas reguleras y un intento de reciclaje en directora que no le funcionó.

Era una rubia con cierto punto de pija frágil y rescatable. Clint lo vio enseguida y le buscaba papeles que clavó sin despeinarse apenas.

Jamás quedará claro cuántos de los sapos que lanzó sobre el genio californiano tenían algo de verdad, si Clint aguantó de sobra o si ambos tenían razón o mentían al unísono tanto como se revolcaron. Hoy, con los movimientos que intentar cobrar todas las cuentas en activo, Sondra hubiera tenido posibilidades para hacer puré a Eastwood, aunque el tipo siempre ha lucido granítico.

En fin, ya nunca sabremos si Sondra Locke valía para mucho más, pero nos quedan sus inspirados trabajos en Bronco Billy, Impacto súbito o Ruta suicida.

Buen viaje, rubia.


David en el primer corte de los Oscar


Como era de esperar y al primer filtro, ese que deja una pre-lista de nominaciones al Oscar por película extranjera en diez títulos o menos (este año, nueve), la película española Campeones se ha caído de la competición.  

Estamos en el año de Cold War y Roma, aparte de la propuesta colombiana Pájaros de verano, que también tiene opciones, seguida de las películas presentadas por Alemania, Dinamarca, Japón  o Corea del Sur (cuatro pesos pesados) y los meritorios trabajos procedentes de Líbano y Kazajistán (olé por ellos), que difícilmente se estrenarán aquí, salvo que alguno dé la sorpresa y gane.

Campeones es una película "buenrollera" a más no poder, de las que sienta bien al humor y hasta al alma (de ahí su éxito en nuestra taquilla nacional), pero sus opciones en esta competición californiana, feroz de calidad y contactos, eran prácticamente nulas. Ha llegado todo lo lejos que en su mano estaba y esperemos que la Academia de Cine a la hora de repartir Goyas lo entienda así, porque los premios cinematográficos se consolidan con apuestas más contundentes.  



Entretanto, Rodrigo Sorogoyen ha hecho un doblete fascinante en su último año: no sólo ha filmado El Reino, un excelente largometraje que también opta a todo en los Goya y sería un justo ganador, sino que aún le ha dado tiempo a levantar el cortometraje Madre, que sí se mantiene aún en la carrera hacia los Oscars (quedan diez en liza antes del último corte, ese que te lleva a la ceremonia para ganar o perder en directo).

Madre es un cortometraje brutal, sencillo y fascinante, un ejercicio milimétrico de guión, puesta en escena, movimiento de cámara e interpretación. Podría ser el principio de un largo (creo incluso que éste se va a hacer), aunque no acierto a imaginar qué vendría luego capaz de estar a la altura de semejante planteamiento. En poco más de 15 minutos, Sorogoyen provoca un efecto mazazo de 24 kilates. La angustia es creciente en los personajes y en el espectador hasta hacerse casi insoportable. Sólo queda la grieta de un final no explícito para escapar pensando que las cosas van a enderezarse, que los personajes fuera de campo resolverán la alarma, al fin injustificada. Deseas que sea así, con más fuerza incluso que Sorogoyen llegar hasta la final del Oscar.

Creo que es muy probable que este director esté sentado en la platea en esa noche futura. Que recoja o no estatuilla, es tan incierto como el final fuera de campo de Madre.


lunes, 17 de diciembre de 2018

Yuli


La Habana es siempre bonita en pantalla grande. La danza también. Esas son dos de las bazas fuertes de Yuli. La otra es Santiago Alfonso, el que tenía que haber recibido la nominación al Goya interpretativo, haciendo de padre inteligente y terrible. Carlos Acosta, el auténtico, aporta poco como actor, porque fundamentalmente hace lo que mejor sabe hacer: bailar y coreografiar.

Por lo demás, Yuli tiene problemas de guión que la dejan por debajo de lo que pudo ser. No decae el interés por lo que vemos (la Bollaín siempre ha sido muy solvente en eso), pero algunas ideas se reiteran, mientras varias elipsis resultan cuestionables: cómo está el padre tan seguro del talento danzario de su hijo, cómo pasa la hermana de un estadio al otro, por poner dos ejemplos, aunque hay alguno más.


Afortunadamente, la danza irrumpe cuando las ideas narrativas decaen, hasta para meter algún número a puro calzador, sin apoyo narrativo claro, por mera degustación estética.

Y por descontado, refulge La Habana: El Gran Teatro, el Martí, el Malecón, La Escuela Nacional de Artes plásticas, los barrios,… La pantalla nos regala con una de las ciudades más hermosas del mundo, siempre manteniendo la belleza mediante un equilibrio imposible, como el de un bailarín genial.


miércoles, 12 de diciembre de 2018

Y los nominados son...



MEJOR PELÍCULA
– Campeones
– Carmen y Lola
– El reino
– Entre dos aguas
– Todos lo saben

MEJOR DIRECCIÓN
– Javier Fesser, por Campeones
– Rodrigo Sorogoyen, por El reino
– Isaki Lacuesta, por Entre dos aguas
– Asghar Farhadi, por Todos lo saben

MEJOR DIRECCIÓN NOVEL
– Andrea Jaurrieta, por Ana de día
– Arantxa Echevarría, por Carmen y Lola
– César Esteban Alenda y José Esteban Alenda, por Sin fin
– Celia Rico, por Viaje al cuarto de una madre

MEJOR ACTRIZ PROTAGONISTA
– Susi Sánchez, por La enfermedad del domingo
– Najwa Nimri, por Quién te cantará
– Penélope Cruz, por Todos lo saben
– Lola Dueñas, por Viaje al cuarto de una madre

MEJOR ACTOR PROTAGONISTA
– Javier Gutiérrez, por Campeones
– Antonio de la Torre, por El reino
– Javier Bardem, por Todos lo saben
– José Coronado, por Tu hijo

MEJOR ACTRIZ DE REPARTO
– Carolina Yuste, por Carmen y Lola
– Ana Wagener, por El reino
– Natalia de Molina, por Quién te cantará
– Anna Castillo, por Viaje al cuarto de una madre

MEJOR ACTOR DE REPARTO
– Juan Margallo, por Campeones
– Luis Zahera, por El reino
– Antonio de la Torre, por La noche de 12 años
– Eduard Fernández, por Todos lo saben

MEJOR ACTRIZ REVELACIÓN
– Gloria Ramos, por Campeones
– Rosy Rodríguez, por Carmen y Lola
– Zaira Romero, por Carmen y Lola
– Eva Llorach, por Quién te cantará

MEJOR ACTOR REVELACIÓN
– Jesús Vidal, por Campeones
– Moreno Borja, por Carmen y Lola
– Francisco Reyes, por El reino
– Carlos Acosta, por Yuli

MEJOR GUIÓN ORIGINAL
– David Marqués y Javier Fesser, por Campeones
– Arantxa Echevarría, por Carmen y Lola
– Isabel Peña y Rodrigo Sorogoyen, por El reino
– Asghar Farhadi, por Todos lo saben

MEJOR GUIÓN ADAPTADO
– Nacho López, por Jefe
– Álvaro Brechner, por La noche de 12 años
– Borja Cobeaga y Diego San José, por Superlópez
– Paul Laverty, por Yuli

MEJOR PELÍCULA DOCUMENTAL
– Apuntes para una película de atracos
– Camarón: Flamenco y revolución
– Desenterrando Sad Hill
– El silencio de los otros

MEJOR PELÍCULA DE ANIMACIÓN
– Azahar
– Bikes the Movie
– Memorias de un hombre en pijama
– Un día más con vida

MEJOR PELÍCULA EUROPEA
– Cold war
– El hilo invisible
– Girl
– The party

MEJOR PELÍCULA IBEROAMERICANA
– El ángel
– La noche de 12 años
– Los perros
– Roma

MEJOR DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA
– Alejandro de Pablo, por El reino
– Josu Incháustegui, por La sombra de la ley
– Eduard Grau, por Quién te cantará
– Álex Catalán, por Yuli

MEJOR DIRECCIÓN DE PRODUCCIÓN
– Luis Fernández Lago, por Campeones
– Eduard Vallès y Hanga Kurucz, por El fotógrafo de Mauthausen
– Yousaf Bokhari, por El hombre que mató a Don Quijote
– Iñaki Ros, por El reino

MEJOR MÚSICA ORIGINAL
– Oliver Arson, por El reino
– Iván Palomares, por En las estrellas
– Manuel Riveiro y Xavi Font, por La sombra de la ley
– Alberto Iglesias, por Yuli

MEJOR CANCIÓN ORIGINAL
– “Este es el momento”, de Coque Malla, por Campeones
– “Me vas a extrañar”, de Paco de la Rosa, por Carmen y Lola
– “Tarde azul de abril”, de Roque Baños y Tessy Díez Martín, por El hombre que mató a Don Quijote
– “Una de esas noches sin final”, de Javier Limón, por Todos lo saben

MEJOR MONTAJE
– Javier Fesser, por Campeones
– Alberto del campo, por El reino
– Hayedeh Safiyari, por Todos lo saben
– Fernando Franco, por Viaje al cuarto de una madre

MEJOR SONIDO
– Arman Ciudad, Charly Schmukler y Alfonso Raposo, por Campeones
– Roberto Fernández y Alfonso Raposo, por El reino
– Daniel de Zayas, Eduardo Castro y Mario González, por Quién te cantará
– Eva Valiño, Pelayo Gutiérrez y Alberto Ovejero, por Yuli

MEJOR DIRECCIÓN ARTÍSTICA
– Rosa Ros, por El fotógrafo de Mauthausen
– Benjamín Fernández, por El hombre que mató a Don Quijote
– Juan Pedro de Gaspar, por La sombra de la ley
– Balter Gallart, por Superlópez

MEJOR DISEÑO DE VESTUARIO
– Mercè Paloma, por El fotógrafo de Mauthausen
– Lena Mossum, por El hombre que mató a Don Quijote
– Clara Bilbao, por La sombra de la ley
– Ana López Cobos, Quién te cantará

MEJOR MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA
– Caitlin Acheson, Jesús Martos y Pablo Perona, por El fotógrafo de Mauthausen
– Sylvie Imbert, Amparo Sánchez y Pablo Perona, por El hombre que mató a Don Quijote
– Raquel Fidalgo, Noé Montes y Alberto Hortas, por La sombra de la ley
– Rafael Mora y Anabel Beato, por Quién te cantará

MEJORES EFECTOS ESPECIALES
– Óscar Abades y Helmuth Barnert, por El reino
– Jon Serrano y David Heras, por Errementari
– Lluís Rivera y Félix Bergés. por La sombra de la ley
– Lluís Rivera y Laura Pedro, por Superlópez

MEJOR CORTOMETRAJE DE FICCIÓN
– Bailaora
– Cerdita
– El niño que quería volar
– Matria

MEJOR CORTOMETRAJE DOCUMENTAL
– El tesoro
– Gaza
– Kyoko y Wan Xia
– La última luz del atardecer

MEJOR CORTOMETRAJE DE ANIMACIÓN
– Cazatalentos
– El olvido
– I wish…
– Soy una tumba

jueves, 6 de diciembre de 2018

El amor menos pensado


Es una comedia, pero no para reír a carcajadas, es romántica, pero no tanto. Habla de cosas bastante serias, del “ahora qué” inevitable cuando la casa se vacía de hijos y sólo queda en ella el dúo iniciático, 25 años más viejo. 

Un dúo que se conoce las manías, que gusta de las certezas incompatibles con el enamoramiento joven, y que ve sólo una monótona cuesta abajo ante sus ojos.


Para hablar de eso hacen falta un guión agudo y unos buenos actores. Aquí hay de las dos cosas. Mercedes Morán y Ricardo Darín son unos intérpretes excelentes, y lo que tienen que decir importa. Salpicado con un par de comicidades, a cuenta de la loca del Tinder y del perfumista “cogedor”. Por no hablar del maravilloso momento del padre hablándole al hijo en el transcurso de una cena casera.  


Aquí todo fluye con elegancia (fluye los 130 minutos, que ya es fluir), sin demasiada estridencia pero bastantes verdades. Los argentinos siguen clavando buenas películas con aparente facilidad, películas centradas en las cosas de la vida en la Tierra, sección urbanitas que a veces piensan demasiado.


martes, 4 de diciembre de 2018

Volvemos a tierra


Quería llegar a cien entradas antes de terminar el 2018, 
pero veremos qué pasa. 
Sé que parece una broma privada, porque lo es: 
al fin y al cabo, aquí somos cuatro gatos ¿no? 


viernes, 30 de noviembre de 2018

Visionarios del quinqui


Hoy se estrena en los cines españoles Quinqui stars, según filmaffinity "película en la frontera entre el documental creativo y la ficción, que comienza en los años de las transformaciones ocurridas entre los años 70 y 80 en las barriadas periféricas de Madrid, que afectaron a muchos jóvenes y les abocaron hacia la delincuencia. (...) Un fenómeno cinematográfico, que vivió su momento de apogeo con películas como Navajeros y Colegas, de Eloy de la Iglesia; Perros callejeros, de José Antonio de la Loma; y Deprisa, deprisa, de Carlos Saura”.

Hace dos años, mi amigo Juan Laborda y yo mismo participamos en un libro colectivo sobre el quinquismo, capitaneado por el inquieto Jorge González del Pozo: Mitos del cine quinqui, márgenes del cine y periferias de la sociedad.

No sé si Quinqui star es una maravilla o una mierda, que de ambas cosas estaba el género lleno (a veces en la misma película). Pero el ensayo desmenuzaba aquel fenómeno social a fondo, peli a peli.

Porque el cine quinqui siempre vuelve.
Pequeños mitos. Pequeñas dotes adivinatorias.


jueves, 29 de noviembre de 2018

Superlópez



Javier Ruiz Caldera va a ser el que le salve los muebles este año a Telecinco Cinema, que se ha quedado corto (desde las expectativas de taquilla puestas en sus sucesivos estrenos), a pesar de las promociones y lanzamientos apisonadora marca de la casa. 

Este realizador es un tipo solvente que conoce su oficio. La primera vez que llamó la atención fue con aquel artefacto llamado Spanish Movie, que parodiaba a pura brocha gorda grandes títulos de nuestra cinematografía reciente (recuerdo a bote pronto Volver, Los OtrosEl OrfanatoEl laberinto del faunoMar adentro). Era de es clase de película que ofrece risas en un encadenado de gags tirando a zafios y hace caja. Aunque lo que a mí me sorprendió gratamente fue que el cocinado de semejante potaje fuera capaz de demostrar que hay títulos españoles con calado popular y escenas antológicas, hasta el punto de poderse parodiar sin temer su desconocimiento por el espectador local. 

Tras la exitosa gamberrada, Ruiz Caldera buscó argumentos aseados y puso en pie Promoción Fantasma, un comedia más o menos juvenil, sencilla y resultona a la que no le fue mal. Tuvo aún mejor acogida 3 bodas de más, con la que su pulso para la comedia subió varios escalones, Inma Cuesta dio una exhibición de las que suele y la taquilla volvió a responderle. 

Seguramente los que cuentan el dinero de las ganancias pensaron que habían encontrado a un infalible (error del que nunca se apean) y pusieron candela para Anacleto, anti-héroe del cómic Bruguera que funcionó como narración de forma notable y divertida, pero se quedó a medias en recaudaciones, sobre todo en relación a lo que Ruiz Caldera consiguió en su anterior película.    

Ahora vuelve a estar de subida en las apuestas: Acaba de estrenar Superlópez, que no pasará a la historia como película grande o de culto, porque su única pretensión es dar risas a paletadas a costa de la cutrez de la que tanto nos gusta reírnos, y no digamos si es la nuestra. 

Tiene de nuevo buenos comediantes en el ajo: Borja Cobeaga y Diego San José (con más que probada habilidad para hacer reír al respetable), pilotan el guión; Dani RoviraAlejandra JiménezJulián López, Maribel Verdú, Pedro Casablanc o Gracia Olayo pueden escenificar cualquier comicidad a la que la producción se atreva; y todo parte de un estupendo personaje de Jan del que parece suficiente explotar el nombre, el traje y el bigote.  

En este punto, importa la trama mínima para que la cosa rule de principio a fin, mientras la trufas de situaciones humorísticas a tono.


Ahí empiezan los problemas: las situaciones no son tan graciosas como deberían. Falta, sin ir más lejos, un potente gag de arranque, que aquí se sustituye por el paralelismo entre los orígenes de este súper y los de Superman, pero sin Brando (ni Glenn Ford). En fin, que un mero bigote temprano no tiene tanta gracia. 

Después, en cada paso del avance narrativo (familia, trabajo, salvamento chapu, Luisa la novia, Ágata la villana, regreso al hogar, duelo final...), el interés por los hechos renquea y la vocación de comedia también. En mi opinión, muy pocos guiños funcionan razonablemente, otros cantan la traviata y contados son los que arrancan la agradecible risa, casi siempre gracias a los intérpretes más especializados, Olayo, López y Jiménez. 

A veces parece una cuestión de ritmo, del nervio que requiere la Comedia, ese santo grial que puede esconderse en la puesta en escena, en el montaje, en la dirección de actores, en el libreto,... o en todos. Pero algunos momentos que piden un remate final descacharrante te dejan con las ganas y las situaciones más prolongadas desinflan la necesaria viveza o incluso vértigo que lo súper-heroico, aún en parodia, precisa. 

Esto del humor siempre es muy personal. Sin embargo, todos los artífices de esta película (guionistas, director, intérpretes), me han dado mucha diversión en otras ocasiones, así que la decepción es para mí mayor. Quizá me empieza a cansar el recurso de que en España no somos más que unos cutres y me irritan los chistes en los que los inmigrantes latinoamericanos son el felpudo de nuestra mezquindad. Me cansa o me irrita, lo verbalicen los actores o lo representen en pantalla. 

Por descontado, en Superlópez los objetivos del héroe y la villana no importan lo más mínimo. Los de Telecinco van a cumplirse. 

martes, 27 de noviembre de 2018

Davides gigantescos

De Sica (Italia)

Truffaut (Francia)

Reed (Inglaterra)

Gutiérrez Alea (Cuba)

Erice (España)

Bergman (Suecia)

Fassbinder (Alemania)

Bertolucci (Italia)


lunes, 26 de noviembre de 2018

Bernardo Bertolucci


Bertolucci fue uno de aquellos grandes cineastas europeos cabalgando la espuma internacional que levantó el viejo continente en los setenta. Fue poeta y comunista de joven, banderas tempranas muy a lo siglo XX. Rodó La estrategia de la araña ya con fotografía de Vittorio Storaro, que iba a acompañarle en todos sus títulos mayores; adaptó a Moravia en El conformista, con la que levantó el David de Donatello a mejor película; se marcó un tango inolvidable con Brando y la Schneider en París sólo dos años después; hizo la película-río Novecento con De Niro y Depardieu siendo un par de pipiolos; filmó La luna en el 79 y entró en los 80 con La historia de un hombre ridículo. En conjunto, una década prodigiosa que le convirtió en director estrella, de esos que se conocen en cualquier hotel del mundo aunque no haya Festival con retrospectiva ni estén rodando en la ciudad.

Durante cinco años, apenas firmó un documental, como si fuese ya a vivir de las rentas setenteras, pero en 1987 estrenó El último emperador y arrasó en las taquillas de todo el planeta, además de levantar 9 Oscars, más Donatellos, Globos, Baftas y muchos otros galardones que ahora no recuerdo. Lo consiguió con una película demoledora sobre la soledad en la que el escenario no puede ser más alambicado y preciosista. Allí tenía a su fiel Storaro para sacarle todo el partido a la luz de China. De paso, rescatando a Peter O´Toole de unos años nefastos.


Luego del súper-éxito, se permite bellas y plúmbeas marcianadas como El cielo protector o Pequeño Buda y delicias sencillas pero llenas de hondura e ideas como Belleza Robada, L'assedio y Soñadores.

En el nuevo siglo, Bertolucci es ya intocable. Quizá por eso (que no sólo España sabe ser ingrata), el último director italiano universalmente reconocido se pasa nueve años sin rodar. Lo hace en 2012, con la barata y muy bertolucciana Tú y yo, su bonito canto del cisne en la ficción.

Las últimas veces que le vi en fotos de prensa iba en silla de ruedas. Me recordaba al viejo Ford, al que un negro fortachón cargaba en los almuerzos del coche hasta la mesa y vuelta. Como el gringo irlandés, el cineasta de Parma no iba de nada, ni se quejaba demasiado.

Hizo, en fin, lo que le salió de los cojones. Arrivederci, Bernardo.


jueves, 22 de noviembre de 2018

Arde Madrid


Paco León, que (ya dije por aquí cuando Kiki), me parece el chico listo del audiovisual español de hoy, se marca una serie llena de riesgos que acierta en casi todo.

Tiene, para empezar, un logradísimo ritmo de comedia, con una galería de personajes bien trazados en su esencia y divertidos en la cáscara: Ava Gardner, los Perón, los tres criados, el hermano esquizofrénico, los gitanos, la jefecilla de Falange,…  

Debi Mazar encarna con soltura un espíritu libre como es el de la estrella (libre porque vive a 10.000 kilómetros de Hollywood y de Sinatra), y su personaje convive perfectamente con el chófer pícaro (el propio Paco León), la jovencita que ya aspira a vivir sin posguerra mental (Anna Castillo) y la tullida raspa y más lista que el hambre: Inma Cuesta, dueña indiscutible de la función.

Tiene también un ambiente muy logrado, que trasciende la mera ambientación espacio-temporal, que mezcla con habilidad lo superficial y lo hondo dentro de un conjunto adscrito a lo satírico para avanzar en la comedia astutamente, desactivando las  parcelas más polémicas por el camino y, como ejemplo, basta la escena de la monja intercesora de una “dación de niño”, provista de un gag estupendo que remata Anna Castillo a gol.


La fotografía en blanco y negro, la música (incluso cuando algunos temas son algo posteriores al tiempo narrado), las farras flamencas, las fiestas “biutiful” , la Gran Vía, el salón inmenso de un piso de norteamericana con dinero y carácter… Ese pisazo años 60 en contraste, más que con el dormitorio de la servidumbre, con el piso de los Perón (sufrido vecinos), que se supone igual de grande que el de Ava y transmite lo opuesto, una existencia encogida y axfisiante. En definitiva, excelente el trabajo de dirección artística y todo cuanto arrastra.

Así que, en el haber, tenemos una historia interesante, buen ritmo, buenos personajes, intérpretes adecuados y ambientación y ambiente precisos y preciosos.

Ahora vamos con el debe, o el casi. Ava Gardner es Ava Gardner,  un mito internacional que en España es además leyenda. Ojalá siguiese entre nosotros mi querido amigo Pepe Berdoy, que adoraba a Ava tanto o más que yo, para dar su opinión sobre otra actriz haciendo de Ava.

Personalmente, creo que es una decisión que siempre se queda en tierra de nadie: Si nos tiramos a la piscina, ninguna actriz que acepte el reto, por buena que sea (y Debi Mazar hasta se da un aire), puede encarnar a Ava Gardner.  

Si, en cambio, el guión habla de una actriz norteamericana de aquella época instalada en Madrid, aunque se le ponga otro nombre no terminará de funcionar lo de “personaje inspirado en…” pues los espectadores sabrán que hablamos de Ava y volveremos al problema de no ver a la auténtica Ava. En fin, que Ava como centro de la telaraña constituye al mismo tiempo una fortaleza y la debilidad de la serie. Aunque este “pero” sea de purista.


El otro aspecto que no termino de considerar bien resuelto se refiere a la libertad o represión sexual de unos y de otros. En especial porque la libertad encarnada en la estrella me resulta exageradamente explícita incluso para Ava. Y la represión desbordada por el deseo se resuelve con una agilidad algo impostada (el tiempo que transcurre es muy poco), aunque funciona como gag en todas sus versiones. He leído por ahí que Paco León se empeña en mostrarnos lo bueno que es follar lo que se tercie, como si no lo supiéramos. Algo de eso hay y, si hacen otra temporada, con la “biutiful” que rodea de noche a la estrella tiene un filón.

Después de todo, supongo que es por eso que la serie se llama ARDE Madrid.


domingo, 18 de noviembre de 2018

La balada de Buster Scruggs


Parece que Netflix paga mejor y, de momento, les deja a sus más reputados fichajes hacer lo que se les antoje. Puede ser una sensación engañosa y la plataforma apretar lo mismo que los Estudios de toda la vida, pero viendo esta incursión de los hermanos Coen (dos sesentones, aunque cueste creerlo), apostaría a que les han dejado hacer lo que más les gustara.


Siempre he puesto en duda que las películas fueran mejores si los autores últimos (director, guionista), hicieran lo que les diese la gana. Dos ejemplos pardigmáticos: La ampliación de Apocalipsis Now por Coppola, décadas después del primer montaje, en nada la mejora (y la escena de la plantación francesa fue denostada por el propio Francis en su momento, así lo acredita el estupendo documental de su mujer). El insuperable e influyente Blade Runner de Scott ha sufrido 4 versiones posteriores a la que le impuso el Estudio. De hecho, corre una broma en el oficio entre todos los que han trabajado con él: “fui una vez a verle a su caravana y estaba haciendo un nuevo montaje de Blade Runner”. De los cinco montajes conocidos, el impuesto al director (el primero), es claramente el más adecuado. Si retrocedemos en el tiempo hollywoodiense, en el que las obras maestras se multiplican, la inmensa mayoría se proyectaron como el Estudio consideró oportuno y obras maestras son. Se sabe que El cuarto mandamiento de Welles sufrió graves amputaciones y que todo el cine de Peckinpah corrió la misma  suerte. Pero queda suspendida en la leyenda la idea sin pruebas de que serían hoy mejores películas si sus artífices hubieran tenido el “director´s cut”.


Volviendo a los Coen y su balada: No sé si han tenido el control pleno, aunque la cosa apunta a que sí, pues no puede ser más coeniano el resultado. De este modo, atribuiré sus aciertos y sus fallos a los hermanos más famosos del cine americano de las últimas décadas. Entre los aciertos, la fotografía, los diálogos, la versatilidad de las historias (seis bien diferentes) y la capacidad cada vez más infrecuente en la “Meca” de no anticipar nada de lo que suceda, puesto que el interés de su narrativa radica precisamente en la originalidad de todo, de manera que no sabes por dónde van a salirte en cada secuencia y en los distintos desenlaces.


Entre los fallos, una servidumbre que a veces se saltan, pero menos de las deseables: cada historia tiene que acabar con muerto protagónico. Esto te predispone a lo peor en cada una de las seis piezas, vistas las dos primeras (la inicial gamberra a lo Coen, la segunda brillantísima). La historia del teatro ambulante es la que más descubre las debilidades de este esquema narrativo: tiene un planteamiento excelente que después no saben manejar con el talento que se les supone y va hacia su final en franco descenso. La de las caravanas, la más larga y elaborada, es coherente de principio a fin y, si la ves un par de veces (ventaja Netflix), detectas pistas sutiles y muy inteligentes de lo que puede pasar, pero lo que finalmente pasa produce un anti-clímax nada aconsejable. Es un final para “listillos”, como lo es el del relato que cierra la película.

En realidad, todo queda “muy Coen” y Netflix estará satisfecha. Aunque, más allá de ser fan o muy fan de los hermanos, lo cierto es que esta vez les ha salido algo interesante pero enormemente irregular. Y no dejo de pensar (pido disculpas a las ofendidos), que les hubieran venido bien algunas imposiciones de Estudio para la ocasión. A lo mejor hablábamos ahora de una obra maestra, que aún pudo serlo más si no se hubiera interpuesto el cabrón de algún despacho sin pizca de sensibilidad.  


jueves, 15 de noviembre de 2018

Paréntesis en la Kadaria

Este libro magnífico va de un escritor escribiendo sobre otro escritor. 
El primero es mi talentoso y concienzudo amigo José Carlos Rodrigo Breto
El segundo es el albanés universal Ismaíl Kadaré.
Acaba de salir con Ediciones del Subsuelo.
Para que el Cine no falte, ojo a la estupenda portada a lo Saul Bass


martes, 13 de noviembre de 2018

Stan Marvel Lee


Desde que se convirtió en un viejales con chiste-cameo en cada película originada en la casa Marvel, Stan empezó a parecerme el Hugh Hefner de los cuerpos masculinos musculados e identidades secretas.

Aquellos tipos multicolores capaces de todo eran el reverso de las tías neumáticas en bikini de la casa Playboy de Hugh, la cara esforzada (y tapada) del sueño americano en grado superlativo.

Y ambos ancianos me transmitían la misma sonrisa de triunfadores satisfechos, pero sin ofender.

Se cuenta que Stan quiso escribir la gran novela americana, como todos los plumillas estadounidenses del siglo XX. Nunca lo hizo, pero se inventó para el fértil mundo del cómic a Los cuatro fantásticosIron manHulkLa patrulla X (todos dibujados por el gran Kirby), Daredevil (con Everett), el Doctor Extraño y Spiderman (con Ditko). Aparte de darle guiones a Buscema y a Romita, contar con Miller para algunos de los personajes más populares de la casa o llamar a DC Cómics “la distinguida competencia”.

Stan siempre supo que el cine era el destino natural de sus héroes. Tuvo que esperar a que la tecnología hiciese posible la representación verosímil de los súper-poderes, aunque las prisas le jugaron algunas malas pasadas, y basta revisar las primeras películas de Spiderman en los años 70 para confirmarlo.

También fue Spiderman, su criatura favorita, el primer gran personaje de Marvel que demostró al espectador lo que los cómics de fanta-mamporros podían ofrecerle en el nuevo milenio, aunque Marvel convertido en Estudio de cine se inauguró con Iron Man, pegando fuerte a los detractores y enamorando a la afición. De eso hace una década y a los súper (ya diversificados en el streaming gracias a otros enmascarados de Nueva York), parece quedarles cuerda para un puñado de años más, antes de que lleguen las historias crepusculares primero, la travesía del desierto después y los chispazos aislados y esporádicos de genio como último refugio, a la manera del género western.

Stan Lee hacía unos guiones estupendos. Aún tengo cómics del Spiderman de Romita dialogados por él. Como no son primeras ediciones USA no se han revalorizado tras la muerte del viejo, así que se quedarán conmigo para los restos.

No es tristeza, me imagino a Lee con Hefner, hablando de cuerpos perfectos y sus milagros en un rincón colorido del infierno y con eso me basta para sonreír: Tenían el mismo canon.




jueves, 8 de noviembre de 2018

XIII Festival de Cine Inédito de Mérida



El jueves que viene empieza una nueva edición de mi Festival de Cine favorito, por pequeño, exigente, perseverante y necesario.  

Ángel Briz y Emilio Luna a los mandos del evento, David Garrido apoyando desde la Filmoteca, y ese grupo de irreductibles extremeños enamorados del buen cine que les siguen en la aventura, llevan a la ciudad películas aún inéditas en la región o en España entera. En versión original subtitulada. 

Para muchas de esas películas, es probable que sea la única oportunidad de lucirse en pantalla grande en Mérida y puede que en toda Extremadura.

El Festival permite a los espectadores más inquietos disfrutar de ellas en el formato que merecen. Por supuesto, la fiesta va aliñada de mucho más. Para muestra un botón, lo programado en la sección Cine y Escuela para los más pequeños espectadores del Festival es una selección impecable de películas de Charles ChaplinHarold Lloyd Buster Keaton. Joyas del Cine Mudo que para la chavalería escolar y en pantalla grande permanecen inéditas y ya va siendo hora de subsanarlo.

Podéis haceros el plan para disfrutar cada día del Festival consultando su programación en www.festivalcinemerida.com

En fin, que un año más lo han vuelto a hacer y ya está todo listo para la afición. 
Gracias por resistir.