sábado, 13 de agosto de 2016

Isla bonita


Fernando Colomo tuvo su racha. Inauguró la comedia madrileña. Luego la perfeccionó durante dos décadas sintonizadas con su forma de mirar y reírse de nuestras cosas. De vez cuando, se marcaba un cameo en las de Gómez Pereira. Y en los últimos años juraría que los números no le han cuadrado bien. Un poco como al protagonista de La isla bonita, que él mismo encarna.

La habrá hecho con dos duros (lo que ahora serían unos pocos eurillos) y le ha salido. No creo que en taquilla, pero sí en pantalla. Si fuese francesa algunos aún le estarían haciendo la ola.


La verdad es que se echa en falta una actriz francesa para hacer de madre, la anfitriona escultora necesitaba más "charme". Por lo demás, todo fluye natural, patético y y luminoso como la vida de los artistas, jovencitas y fracasados razonables que todavía pululan por Ibiza (la del vino en cena informal, no la de pastillas con dj de fondo). Un par de gags marca de la casa habrían elevado la satisfacción en platea, pero restarían autenticidad. 

Colomo, mayor, desubicado y enamoradizo, consigue una película pequeña y entrañable, de las que se lleva por delante Hulk al primer puñetazo.

No importa. Es bonita su isla.


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