jueves, 29 de enero de 2015

Desamparados

Era implacable. Clavaba cualquier papel con una autoridad de vieja reina, socarrona y sabelotodo. Comedia, drama, lo que fuera. Un mal actor no le aguantaba un minuto sin replantearse si su vocación no estaría equivocada, si alcanzaría alguna vez el talento de un dedo meñique de la Baró. Había que aprender deprisa para estar a su altura, para enfrentar su voz, su mirada, su gestualidad, su modo de moverse, su forma de escuchar a los demás en la escena.

Amparo se ha ido, con el aplomo bienhumorado y la sonrisa ácida de un héroe de los de antes camino del cadalso. La muerte es así de perra. Hoy toca en España un nuevo desamparo.


martes, 27 de enero de 2015

The equalizer


Un actor magnético atrae por igual alfileres que tanques, deben pensar en los despachos de este Hollywood tan salao y creativo que últimamente padecemos. Así que cogen a Denzel, desempolvan el personaje de un vieja serie ochentera (y van…), ponen a unos rusos de opereta postperestroika, sazonan todo con asesinatos al ralentí y a hacer caja.

Nada nuevo bajo las palmeras de Beverly Hills. Ah, sí. La película abre con una preciosa cita de Mark Twain y Denzel Washington, entre muerto y muerto, lee a Hemingway y a Cervantes. Con tanto ruso en el argumento, parece mentira que no se hayan acordado de Dostoyevski.

Deben estar cocinando la secuela, para citar a Shakespeare y a Proust.  Qué espanto.


domingo, 11 de enero de 2015

sábado, 10 de enero de 2015

Rod Taylor apaga su último puro


El tiempo en sus manos

 Los pájaros

 Último tren a Katanga

Zabrisckie Points

 Ladrones de trenes

Marbella, un golpe de cinco estrellas

Malditos bastardos

viernes, 9 de enero de 2015

Argumentos regalados: Tercera entrega



Al hilo de mi reciente experiencia cinéfila con Leviathan, me ha saltado a la cara un argumento al encontrarme esta noticia: “Una multa de 4.800 euros para un ganadero por acarrear leña en su tractor”, que luego abunda en detalles como que “La Agencia Tributaria entiende que hubo un uso indebido de gasóleo agrícola y el afectado dice que la limpieza de fincas es un obligación impuesta”.

De aquí podría salir una película como la rusa, que podríamos titular más castizamente (sugiero Leña al mono), en la que viene a mostrarse lo que ya sabemos: que nos están crujiendo sin compasión y que los resortes con los que cuenta el ciudadano para defenderse sirven de poco frente al monstruo.

Lo estoy viendo casi en Cinemascope: La comunicación por escrito en plenas Navidades, los delirantes viajes a despachos y ventanillas de reclamación, las explicaciones desapasionadas del amigo abogado, la impotencia familiar, las alegaciones, los aplazamientos, las negativas. Todo ello en invierno, claro, mientras la leña transportada se va agotando y la paciencia del ganadero se resquebraja.

Esta sería una película triste (podríamos ponerle algunas gotas de sarcasmo, de las que te hacen reír por no llorar) con un final anunciado que me ha aportado mi amigo Frank: pagada la multa, y zanjado el asunto a satisfacción de las autoridades competentes, el personaje con cargo público que adquiera más protagonismo en el transcurso de la narración manda a su coche oficial a hacer algunos recados particulares. Sin remordimientos, en todo su derecho, aunque al ganadero le hayan hecho leña.

Lástima que Azcona y Berlanga ya no estén entre nosotros. Lo clavarían.